Los infinitos abusos del copyright (y la escasa voluntad para ponerles coto)
Una interesante, juiciosa y equilibrada propuesta de TorrentFreak: imponer sanciones a quienes emitan peticiones de retirada de contenidos no fundamentadas, a quienes abusen de los sistemas de reclamación. Puede articularse como una multa por formular peticiones de retirada no fundamentadas, como un sistema de tres avisos, o de muchas otras maneras, pero es fundamental poner coto a estos desmanes: según la propia Google, el 37% de todas las reclamaciones que reciben en virtud de la DMCA son inválidas, y el número de peticiones, cobijadas por un sistema completamente sesgado, está escalando de manera desmesurada. En virtud de estas peticiones incorrectas estamos viendo abusos de todo tipo, censuras incorrectamente aplicadas, contenidos inaccesibles que no deberían serlo, o interrupciones en servicios perfectamente legítimos.
A la izquierda, la enésima notificación que YouTube me envía informándome de que alguno de los vídeos que tengo en mi cuenta han sido objeto de una denuncia por infracción de copyright, y que en consecuencia han sido bloqueados y penalizada mi cuenta. Resulta sorprendente, con la de veces que he recibido este tipo de mensajes, que mi cuenta se mantenga aún en su sitio y con todos sus privilegios (y más sorprendente aún que el vídeo siga ahí, accesible al menos para mí, para que pueda seguir utilizándolo tranquilamente).
Muchos de los vídeos que subo a mi canal de YouTube están ahí porque los utilizo habitualmente en mis clases. Se trata por lo general de escenas de películas: cuando veo una película y pienso que una escena puede servirme para remarcar, ilustrar o evocar un concepto, la extraigo y la subo a YouTube para poder utilizarla cómodamente en dichas clases. Se trata siempre de fragmentos muy cortos, una parte minúscula sobre la obra total, y que es utilizada en un contexto académico. Por supuesto, sé que la propiedad intelectual de la obra pertenece a un tercero, como sé que siempre que he pedido permiso a uno de esos terceros para utilizar un fragmento en mis clases (a pesar de la dificultad que supone contactar para algo así cuando no existe ningún sistema razonable organizado para hacerlo), he sido convenientemente autorizado. Utilizar un fragmento de una película en una clase no puede suponer un perjuicio para el propietario de sus derechos: si alguien cree que un alumno va a dejar de ir a ver una película por el hecho de haber visto una de sus escenas en una de mis clases, que se lo haga mirar: todo lo más podría ocurrir lo contrario, que el alumno evoque dicha película y la quiera ver o volver a ver.
El día que YouTube me suspenda la cuenta, me iré a Vimeo, DailyMotion, Veoh, Viddler, Blip.tv o a cualquier otro. O los subiré a mi Dropbox, o a mi iCloud, o a mi propio servidor, o me los llevaré en mi disco duro, o en un pendrive, o donde sea. Si Google no es capaz de diferenciar una infracción de copyright de un profesor que pretende usar un diminuto fragmento de una película para ilustrar una clase, qué le vamos a hacer, tendré que cambiar de herramienta e irme a otro sitio. Al usuario al que se le retiran contenidos, aunque sea de manera incorrecta o no correctamente fundamentada, se le sanciona. Pero a quienes emiten peticiones indiscriminadas e incorrectas y abusan del sistema, no les pasa nada.
Resulta absurdo suponer que por colgar un diminuto fragmento de una película en YouTube esté haciendo algo que deba ser sancionado. No existe un comportamiento predatorio alguno por mi parte. Entra perfectamente dentro de eso que los anglosajones denominan fair use, uso legítimo o uso razonable. Pero Google ofrece a los productores de contenido que considera importantes una herramienta para que las coincidencias aparezcan de manera automática, y estos, sin ningún tipo de problemas, emiten takedown requests, peticiones de bloqueo, como quien lanza caramelos en un desfile, que resultan en errores de todo tipo. Si como afectado quieres reclamar, el procedimiento resulta farragoso, complejo, intimidatorio y aparentemente inútil: es como intentar pelearse con un gigante que además es amigo del dueño de la casa. Es un tema que he comentado incluso con altos directivos de Google, que me han reconocido que el planteamiento no era correcto. Para Google, el usuario es pura materia prima, pares de ojos carentes de derechos que son vendidos a granel a esos verdaderos clientes a los que se dedica a agasajar impenitentemente. Algo me dice que jamás veremos a Google desarrollar un sistema de sanciones como el propuesto para castigar esos excesos. Los problemas de los usuarios son simplemente un daño colateral.
Google y otros han entregado una guillotina al lobby del copyright, y no le han puesto condiciones algunas para su uso. El resultado, a la escala correspondiente, es el Terror. Un dislate que es completamente necesario corregir.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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