Lo que hay que saber del día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía
Quizá no sea tan sonado como otros días, pero es igual de importante. Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía con el fin de concienciar acerca de las iniciativas internacionales para combatir estos fenómenos. Esta fecha brinda una oportunidad única para poner en primera línea un problema que llevamos sufriendo décadas (también en España, un enemigo que siempre vuelve, y que ya afecta a casi la mitad de nuestro territorio) y que parece que su magnitud no termina de convencer (aunque la tenga), tal y como explicaba el año pasado es esta misma fecha en el post "Desertificación y sequía, la otra cara del agua".
La desertificación, provocada por las actividades humanas y el cambio climático, supone uno de los grandes retos para el desarrollo sostenible y ha afectado la vida y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la pobreza. Tanto es así, que se enmarca dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15, fijándose como meta para 2030 luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con una degradación neutra del suelo.
El valor de la tierra
Bajo el eslogan «La tierra es valiosa. Invierte en ella», la campaña de este 2018 para este día quiere involucrarnos a todos para rechazar el uso insostenible de la tierra y cambiar las cosas invirtiendo en el futuro de la tierra. La degradación medioambiental genera inseguridad alimentaria y pobreza, que a su vez son causas de la migración y de las dificultades para el desarrollo.
La desertificación, provocada por las actividades humanas y el cambio climático, supone uno de los grandes retos para el desarrollo sostenible
El objetivo concreto de este día es fortalecer la resiliencia de las comunidades frente a las múltiples dificultades del desarrollo mediante la gestión sostenible de la tierra. Así, debemos recordar la importancia del suelo en la producción de alimentos y generación de empleo, así como su contribución a la sostenibilidad, estabilidad y seguridad de las zonas afectadas por la desertificación. También debemos recordar que, son nuestras acciones las que hacen que las consecuencias de estos fenómenos sean cada vez mayores, ya que la desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, a la sobrexplotación y al uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y malas prácticas de riego afectan negativamente a la productividad del suelo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.
Las cifras, en aumento
Según la ONU, en tan solo 15 años, de 2000 a 2015, el número de migrantes en el mundo aumentó de 173 a 244 millones. Esto podría ser causa de la sobrepoblación de muchos países infradesarrollados, cuya necesidad de explotar ganadera y agrícolamente las tierras de zonas secas y baja productividad inicia una espiral descendente que acaba con el agotamiento de los nutrientes del suelo y los acuíferos subterráneos. Cuando están tierras no pueden sustentar más a la población, se inicia la migración de las zonas rurales a las urbanas.
La desertificación será la causa de que 60 millones de personas tengan que desplazarse antes de 2020, según Naciones Unidas. Una realidad muy próxima que podría ser inevitable si no se potencia la gestión de las tierras y los recursos hídricos.
Infografía: Pablo González-Cebrián/iAgua
Durante la próxima década, 50 millones de personas podrían ser desplazadas por la desertificación debido al cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales. De hecho, un 66% de la población mundial vive en zonas con escasez de agua durante al menos un mes al año, y ya son muchos los países que se ven afectados gravemente por la falta de agua, de lluvias y por la degradación del suelo: en 2015, Etiopía sufrió una de sus peores sequías meteorológicas tras dos años de lluvias escasas en un país donde el 80% de la producción agrícola y el 85% de empleo dependen de las precipitaciones. Según la OIM, este fenómeno contribuyó al desplazamiento interno de más de 280.000 personas entre agosto de 2015 y febrero de 2016.
Un problema de dimensión mundial
La desertificación y la sequía son problemas de dimensión mundial, dado que afectan a todas las regiones del mundo. Es preciso que la comunidad internacional tome medidas concertadas para luchar contra ambos fenómenos y traiga al frente los problemas que causa la degradación de la tierra, promoviendo la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación.
Sirva este día para recordar entonces, que se puede neutralizar la degradación de las tierras mediante la búsqueda de soluciones, siempre con una firme participación de la comunidad y cooperación a todos los niveles.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Santiago- Chile