Esta guerra la deciden los programadores
La semana pasada, dediqué una entrada y una columna en prensa a hablar de la reciente alianza entre Nokia y Microsoft, en la que hablaba de un ecosistema de terminales móviles que se había configurado fundamentalmente alrededor de dos plataformas, una perteneciente a un solo fabricante, Apple, y la otra conformada en torno a un sistema operativo de Google, Android, pero integrada por un grupo numeroso de empresas como HTC, LG, Motorola, Samsung y muchos más. En mi análisis, dejaba de lado a un competidor, RIM, que fabrica precisamente los dispositivos que he llevado mayoritariamente en el bolsillo los últimos años, y con quien me unen muy buenas relaciones. Pero obviamente, no lo hacía por casualidad.
La evolución de las cuotas de mercado de cada plataforma están disponibles públicamente. Por supuesto que RIM no es un fabricante que deba ser ignorado: aunque descendente, aún ostenta una cuota muy importante (14.4%; frente a un 16% de Apple, 30.6% de Nokia y 32.9% de Android), y ha demostrado un gran dinamismo a la hora de activar segmentos de población que nadie suponía afines a su mercado natural, segmentos que podrían darle una buena proyección de futuro si consiguiese fidelizarlos adecuadamente (suponiendo que la fidelidad sea un atributo válido en este mercado). Sin embargo, mi impresión, refrendada por la evolución descendente de la cuota de mercado en los últimos trimestres, es que esta guerra no la deciden precisamente los usuarios, los fabricantes de dispositivos o las operadoras, sino los programadores de aplicaciones.
Me explico: para mí, usuario fiel de dispositivos de RIM desde hace años, su hardware tiene difícil discusión. Nunca me he sentido tan cómodo con un terminal como con una BlackBerry, y eso que he dado oportunidades serias a muchos otros. El teclado físico es para mí algo casi sacrosanto, jamás he conseguido la misma productividad con un teclado virtual, y el sistema operativo, con sus sucesivas mejoras, es perfectamente comparable en prestaciones a otros, teniendo en cuenta lo que demandamos de un sistema operativo en un terminal móvil. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia, y lo que se aproxima a tentarme a cambiar de terminal a pesar de estar enormemente acostumbrado a los de RIM? La respuesta es muy clara: las aplicaciones. Cada vez me encuentro un número mayor de aplicaciones que únicamente desarrollan versión para BlackBerry App World tras un largo tiempo de disponibilidad en la App Store de Apple o en el Android Market, o directamente no lo hacen. Cada vez me ocurre más a menudo querer utilizar una app que un amigo me enseña en su iPhone o Android, y que simplemente no sea una opción posible para mí en mi BlackBerry.
El dimensionamiento de las distintas tiendas de aplicaciones, convertidas ya en piedra angular de la competencia entre plataformas, habla por sí mismo: frente a las más de trescientas mil apps para iPhone o las sesenta mil para iPad disponibles en la App Store de Apple, Android exhibe más de ciento cincuenta mil, mientras la BlackBerry App World supera escasamente las veinte mil. Mientras Apple, como pionera del concepto, muestra un crecimiento a estas alturas un crecimiento ya estabilizado (1% en iPhone, 10% en iPad), el Android Market exhibe un 18%, y BlackBerry un 10%. Un competidor destaca especialmente: aunque debamos tomar el número con precaución por partir de una base numéricamente pequeña, Microsoft WP7 supera a todos con un crecimiento del 30%, buena muestra de las intenciones de Redmond y de hasta qué punto ha entendido la importancia del asunto. Los porcentajes de gratuito frente a pago tampoco ayudan especialmente a la hora de incentivar la prueba en la BlackBerry App World: menos de una cuarta parte de las apps disponibles son gratuitas.
La guerra no se juega en el hardware ni en el sistema operativo, no se juega en las partes que el fabricante puede controlar directamente. La guerra se juega en las aplicaciones, en obtener el favor de los programadores, en conseguir que sea una buena propuesta de valor desarrollar para tu plataforma. Eso compone un escenario completamente distinto al que estábamos acostumbrados a medir. Y uno en el que, decididamente, el mercado a día de hoy conforma, como decía en mis dos artículos anteriores, un claro duopolio. Que RIM o que Microsoft sean capaces de situarse como competidores y alternativas a Apple o Android es algo deseable y que determinaría un escenario más plural, de mayor presión competitiva, de más innovación y mejor tanto para usuarios como para programadores. Pero a día de hoy… simplemente no están ahí.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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