En la primera semana de julio han coincidido dos cursos de verano que tenían como finalidad la de debatir sobre los cambios que las tecnologías de la información y del conocimiento (las en otra época, conocidas como nuevas tecnologías informáticas) están propiciando en el mundo del libro, de ese producto comercial que en sus modos de difusión y explotación editorial comenzó su andadura en el siglo XVI. Por un lado, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, con el patrocinio de CEDRO y el apoyo del Gremio de Editores se reunió a políticos, editores y autores a debatir sobre el tema en el curso titulado: 'El futuro de la edición: papel y e-book', dirigido por Núria Cabutí Brull, consejera delegada de Random House-Mondadori; y por otro lado, en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid, apoyados por la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, se impartió el que llevó por título: 'El texto digital ante la encrucijada del libro electrónico y del hipertexto', que tuve el honor de dirigir, en el que, junto a editores y políticos, dimos cita a creadores digitales y a promotores de nuevas iniciativas editoriales en la red, además de estudiosos de la literatura digital y de la filología digital.
Dos perspectivas, me temo, ante un mismo reto, una realidad que se nos impone minuto a minuto. Una perspectiva que mira al pasado con la pretensión de mantener cuotas de mercados y de negocio editorial; y otra perspectiva que se pregunta, que se plantea nuevas posibilidades textuales, de creación y de difusión, que vaya más allá de los modelos editoriales actuales, que, no olvidemos, en nuestra cultura occidental, con más de dos milenios de cultura escrita a nuestras espaldas, sólo se han impuesto en los últimos tres siglos
y no siempre de la misma manera y con el mismo éxito actual.
Vayamos por partes, y comencemos por el principio, por el propio concepto de 'libro electrónico' (o 'E-book' en su origen inglés). Ante las diferentes posibilidades de la difusión de los textos digitales en los variados formatos que tenemos a nuestra disposición (desde Internet a los dispositivos de lectura los conocidos como 'E-reader'), el libro electrónico se ofrece como una posibilidad, que toma como modelo (y fin) el libro en papel; el libro electrónico vendría a ser, por tanto, un 'libro' (es decir, un texto que se organiza en páginas, con los paratextos habituales en este tipo de formato de difusión, como son la portada, los prólogos, las cabeceras, la numeración
) que se ha codificado en formato electrónico, para ser reproducido y leído manteniendo sus características externas propias de un libro en papel, primando la página como elemento de lectura. El formato y lenguaje de codificación puede ser universal y cerrado (como el pdf o una imagen digital), o en formatos más abiertos y, en ocasiones, solo compatibles con algunos modelos de 'lectores electrónicos' o 'E-readers'.
En todo caso, el 'libro electrónico' frente al 'libro en papel' sólo ofrece dos ventajas: la acumulación de la información (en un dispositivo actual de lectura electrónica, que no pesa más que un libro en papel, pueden albergarse cientos y miles de textos) y su adquisición directa y rápida gracias a Internet, que no ha de pasar por la acumulación de los ejemplares no vendidos, la espera en las librerías, etc.
Los editores (que hasta hace bien poco negaban que entrarían en el negocio del libro electrónico después de los fracasos económicos de principios del siglo XXI), según he podido leer por la prensa, han manifestado sus grandes preocupaciones en el curso de verano de la UIMP: en primer lugar, la "tibieza" de la Fiscalía en la persecución de los delitos contra la propiedad intelectual (el fantasma de la piratería que ha cambiado completamente los modelos de negocio de la industria discográfica y, en la parte, de la cinematográfica), y las quejas porque al libro electrónico se le cargue con un 18% del IVA, frente al 4% del libro en papel
Quejas sobre las dificultades de un control, económico y editorial, que han sabido mantener y perfeccionar en el formato en papel en los últimos tres siglos. En el curso de verano que se pudo escuchar en El Escorial, no visitó Francisco Cuadrado de la Editorial Santillana, que presentó el portal 'Libranda', por el que grandes editoriales de nuestro universo editorial quieren ofrecer su voz y su participación en un negocio que aumenta día a día.
En el año 2009, sin ir más lejos, un 11% de los libros que se divulgaron en España lo hicieron en formato electrónico, lo que supone un 55% más que lo sucedido en el 2008; cifras que se dispararán cuando las editoriales, como lo han anunciado, comiencen a digitalizar sus fondos y a ofrecerlos a los posibles compradores.
'Libranda' (www.libranda.com), el gran portal de la edición en español que se completará de títulos a mediados del mes de septiembre, es el mejor ejemplo de esa mirada al pasado del que hablaba al principio: se trata de ofrecer en la red, con los nuevos medios de difusión digital, los mismos modelos editoriales y de negocio que se poseen en el formato papel. Incluso se habla de abaratar en un 30% el precio de los libros electrónicos, ya que estiman que un 39% será el coste de no tener que imprimir y almacenar los libros en papel
así, si un libro en papel cuesta una media de 13 euros, el libro electrónico se podrá descargar legalmente por un precio aproximado de 9 euros
Y además, para no acabar con el 'ecosistema' de la edición en papel (del autor al lector, pasando por el editor y el librero), los libros que ponga a disposición 'Libranda' se tendrán que comprar por medio de librerías digitales (que serán también hermanas de aquellas grandes cadenas de distribución del libro en papel).
¿Tendrá así futuro el libro electrónico en España? Me temo que no
pero esto no significa que el libro electrónico no buscará nuevos cauces de difusión y de distribución, nuevos modelos de creación para dar respuesta a una realidad que se nos viene encima: el modelo editorial que se quiere imponer en el mundo digital está dirigido por 'inmigrantes digitales' y pensando para cubrir las necesidades de estos inmigrantes (que somos todos nosotros que nos hemos criado y entendemos el mundo a partir del libro en papel)
pero ¿qué sucederá cuándo los lectores (y con ellos los compradores) sean los nativos digitales, aquellos que han nacido con un ordenador debajo de la almohada?
En España quedan todavía unos años
pero en Estados Unidos ya se ha comenzado a ver la revolución (la web 2.0, por ejemplo)
tenemos que estar atentos a lo que allí suceda para ver si el libro electrónico tiene o no futuro, o debemos comenzar a habituarnos por muy lejanas que nos parezcan a otras modalidades textuales digitales, hasta ahora ni exploradas, y que, sin duda, tendrán el futuro que los nativos digitales le otorguen. A nosotros no nos queda más que ver el futuro desde una asombrada barrera
por más que los editores quieran poner cotos al mar de Internet y a ofrecer el anticuado libro electrónico como una marca de innovación y futuro. |
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